lunes, 30 de abril de 2018

Quisiera dibujar la lluvia. Cielos encapotados. Charcos. Ese olor a tierra húmeda y a tostadas. Dibujarte dormida justo a mi lado. Botitas rojas saltando divertidas y rebeldes sobre los charcos. Una oleada de paraguas de colores. Tú, resplandeciente riendo, empapada. Soñando. Las flores. Los desconocidos. El acordeón.
Te quiero.
Pero ya no se dibujar.
Se me ha olvidado.
Te has llevado todo lo bueno de este mundo y me has dejado en una montaña de basura.
Y el aire huele a tubos de escape y a orines.
Y los paseantes se han convertido en desconocidos. Intrusos.
Si hubieses tenido tumba. Una simple lápida. Un lugar en que llorarte. Me habría muerto encima. De saber que te pudres. Que realmente en un agujero en la tierra hay un cadáver podrido. Que los gusanos habitan en esa piel que un día besé. No...
Creo que, que no estés en ningún lugar en particular es lo mejor. Así siempre habrá esperanza. Así podré soñar en encontrarte sonriente saltando sobre los charcos. Así podré seguir respirando.
Te quiero.
Sophie... No llores...
No abras la ventana.
Sophie, no te acerques al balcón. Hace frío.
Siempre hace frío.
Desde que abriste esa ventana no ha dejado de nevar.
Sophie... No tienes alas.
Sophie...
Te quiero.

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