jueves, 3 de septiembre de 2009

Dark Ángel

El libro de Dark Ángel se me borró sin querer y lo estoy volviendo a escribir. Me costó tomar esta decisión ya que no sera como el otro pero creo que me ha quedado mejor incluso. Bueno, ya opinareis, por cierto la primera pagina del que se me borró esta abajo en otra entrada para quien le interese, osea nadie jaja ya que nadie sabe de el blog. Aún así grácias por pasaros. Esta no es una historia de canciones, no hay lugar para la felicidad, tan solo existe una alternativa y esa es la lucha. En una era que pocos recuerdan y en un lugar que los vivos no tienen el don de ver, varias razas muy diferentes se unían para combatir contra el mal supremo. Un ejercito con innumerables combatientes, ni tan siquiera digno de un rey. Humanos, elfos, gigantes, dragones y seres de alas negras encabezado por sus lideres dándoles ánimos para la batalla. -Hoy nos hemos encontrado todos nosotros para librar la batalla que acabará con la guerra. Esta no es una lucha más, ¡esta es una batalla que tenemos el honor de librar por la libertad! Hoy por fin nuestros antepasados nos mirarán con ojos orgullosos al ver en lo que nos hemos transformado, pues, ayer éramos razas débiles, separadas por fronteras y por conflictos absurdos. Y al unirnos nos hemos convertido en una raza poderosa y noble, renegada de las manos de los tiranos que nos han estado oprimiendo desde hace siglos. ¡Hoy lucharemos por el poder de elegir nuestros propios pasos, hoy lucharemos por los pueblos arrasados, hoy lucharemos por nuestros antepasados, que nos observan orgullosos desde lo alto de los cielos ¡envidiosos! por no estar aquí para tener el honor de acabar con la agonía de la esclavitud! ¡Este día quedará marcado en la historia como el día en el que los débiles se alzaron y consiguieron la libertad! Los guerreros unidos aquel día en el que la ceniza se mezclaba con las nubes y el viento gritaban sedientos de sangre. La lucha sin duda sería muy reñida. Cada vez se apreciaba con más claridad el sonido de los tambores de las sombras que se acercaban cada vez más hasta el encuentro del numeroso ejército de las diversas razas. Cada vez se apreciaban más sombras y cada vez mas claro el sonido de los tambores de guerra. Las sombras solo respondían ante el emperador de el mal supremo, Draco, que los capitaneaba desde la primera línea de ataque, justo a unos escasos centímetros de su ejercito, tan o más numeroso que el de sus adversarios en esa lucha final. Los tambores cesaron de repente, solo se oía el viento soplando intensamente. Unos cuernos de guerra resonaron por encima de todo aquel silencio y el ejército rival respondió con el mismo sonido. Nada más cesar aquel sonido enérgico y demoledor ambos ejércitos rugieron y avanzaron rápidamente hacia el camino de la victoria y de la derrota. Las sombras se abrían paso a base de fuego y sangre. Las escasas armas de los humanos no les sirvieron de mucho contra la magia, indispuestos a asumir su destino se dejaron doblegar por el poder de la oscuridad de aquel día espectral y huyeron aterrorizados. - Cobardes- gruñó el capataz del escuadrón de jinetes que desde el cielo preparaban un bombardeo de fuego desatado por sus magníficos dragones. Cuando se disponían a atacar desde lo alto de la batalla disiparon en el horizonte una figura alada oscura que se acercaba hacia ellos con ferocidad y rapidez. Cambiaron de estrategia y dispararon las bolas de fuego al dragón negro que se les acercaba feroz mente. Tras una ráfaga de fuego entre el humo que desprendió el ataque se vio claramente como caía desplomado hacia la batalla. -Menos mal - Dijo aliviado uno de ellos. Al terminar de desaparecer el humo unas siluetas oscuras y aladas se precipitaron hacia ellos. -¡Atacad! - Dijo el capitán del escuadrón. Los jinetes empalidecieron pero cumplieron la orden sin vacilar. Más de diez ráfagas de fuego llegaron hasta los dragones negros. No obstante una pared de un oscuro y misterioso humo ondeante apagó de seco los ataques. No era otro que Draco. Los dragones negros de las sombras ya habían avanzado mucho y súbitamente atravesaron aquel humo amorfo y se lanzaron sobre los cuellos de los dragones. Caían uno tras otro de pleno sobre las afiladas rocas que cubrían el suelo. El capitán del escuadrón de las tropas de Dark Ángeles, Mordock Lain, ordenó a sus hombres sacar de allí a los jinetes que quedasen en el cielo. Los Dark Ángeles obedecieron, más solo había humo, no quedaba rastro en el aire de ningún jinete ni de su montura. Sorprendidos y asustados fueron a dar la orden al capitán. -Mi señor, no quedan jinetes a los que salvar- Dijo nervioso uno de ellos. -Dios mío, ayúdanos...- Susurró temeroso Mordock que se disponía a atacar. Extendió el brazo y conjuró unas palabras imposibles de descifrar en nuestra lengua. Una vara negra con un cristal de color carmesí en la punta se formó en su mano. Sus hombres hicieron lo mismo. Todos y cada uno de ellos esperaba aquel momento con ansias desde hacía tiempo. Se lanzaron en picado contra el ejército de sombras de Draco aniquilándolas a todas sin cesar. Una lluvia de relámpagos y bolas de fuego salían disparadas de la punta de sus varas. -Muy bien chicos, seguid así y dentro de unos días estaréis en casa con vuestra familia - Dijo Mordock sonriente cuando de pronto el sonido de metal clavándose súbitamente sonó por todo lo alto aquel instante. Los chicos miraban la escena boquiabiertos y paralizados. Una hoja de color oscuro atravesó al capitán Lain. -¿No decías que nunca había que bajar la guardia, Mordock?- El cuerpo sin vida del capitán cayó al campo de batalla. Draco sonrió levemente - Pobre infeliz...- Un torbellino de rallos fue directo hacia el cuerpo de Draco, el cual, lo esquivó sin problemas. -Uh, que pasa gatita ¿quieres jugar? - Dijo Draco burlándose descaradamente. Lamió la sangre de su espada. -No... ¡No te perdono! - Gritó una de los soldados del escuadrón. - ¡No te perdono! ¡No te perdonaré nunca! - Dijo aproximándose furiosa, a punto de atacar. Draco sonrió burlonamente con una mirada desafiante. -Juguemos - La soldado se aproximó gritando - ¡Morirás! - En un rápido movimiento la decapitó bruscamente y cayó junto al cuerpo del capitán. El resto del escuadrón se echó encima de Draco aun con más rabia, no obstante, corrieron la misma suerte que su compañera. Draco, una vez acabada la batalla envainó la espada -Necios...- Se atrevió a decir. El campo de batalla estaba cada vez más lleno de cadáveres de todas las razas. Las sombras caían al igual que sus enemigos, pero les superaban en número y fuerza. No había nada que hacer. La lucha por la libertad acabó trágicamente. Pero aquellas muertes no fueron envaro ya que no quedaron sombras aquel día, tan solo Draco el cual se cree desaparecido ya que desde aquel entonces no se sabe nada de el.